El prefecto Richard Blanco va para tres meses preso
En estos días me escribió un amigo en Facebook atacando al dirigente Julio Andrés Borges, jefe de Primero Justicia, porque presuntamente participó en una negociación con gente del gobierno para suspender la huelga que los estudiantes sostenían a las puertas de la sede de la OEA.
Confieso que yo también había quedado con alguna decepción luego de la suspensión, porque pensaba que se había podido lograr otras liberaciones.
Y a las pocas semanas los hechos me hicieron desdecirme de aquella decepción.
Salió libre Maraco, el chofer de los estudiantes, después de un cautiverio de meses.
Salieron los 14 manifestantes presos en la cárcel de La Planta.
Se trataba de casos que obviamente eran retaliaciones injustas de parte de gente del gobierno contra ciudadanos que no están relacionados con delitos graves, como poner bombas en embajadas, por ejemplo.
No sé si Borges participó en una negociación sobre eso.
Pero si lo hizo habría estado muy bien hecho.
Éso forma parte del trabajo de un político en una democracia.
Negociar.
Y en este caso se obtuvieron resultados concretos.
La libertad de los suyos.
¿Por qué algunos opositores satanizan estos procesos de negociación?
Uno de los problemas que tiene la sociedad venezolana actualmente es que la gente del Gobierno no negocia, sino que actúa sin consulta, y en el Parlamento se establece una especie de diálogo de sordos.
Ahora veo que los estudiantes volvieron a la huelga en la sede de la OEA. Probablemente, uno de los compromisos no se les ha cumplido.
Queda otra libertad pendiente.
Otro caso de arbitrariedad.
El prefecto de Caracas, Richard Blanco, sigue preso en Yare.
Los compromisos hay que cumplirlos.
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